miércoles, 10 de diciembre de 2008

fragmentos de piel







fragmentos de piel

“Los problemas sociales no son nada, frente a una simple imitación fisiológica de la epidermis, de la piel...” Antonin Artaud.

Es una verdadera fortuna para un crítico de arte, el poder conocer a profundidad una obra de arte y su proceso. Tal ha sido mi caso con la obra de Gustavo Sanabria, la cual redescubrí en el pasado mes de agosto en su taller en Bogotá. Una obra que se ha venido consolidando desde hace ya varios años, gracias a un intenso y serio trabajo y que ha encontrado su lugar en el complejo contexto del arte contemporáneo colombiano condicionado por la institucionalidad. Su obra se puede asir desde varios ángulos de análisis. Sin embargo, el ángulo de análisis que más nos interesa, es aquél que no salta a simple vista, aquél que pasa desapercibido y que solamente podemos “sentir”, si nos acercamos a su obra como quién se acerca a un cuerpo, es decir con sensibilidad. Pues, en realidad su obra es un fragmento de un cuerpo que nos habla de la salud y de la enfermedad. Un cuerpo que no esta presente en sus obras, sino tan sólo como referente pues son fragmentos del hábito, de la prenda, de el vestido y del cuerpo médico, que nos habla de ese cuerpo ausente: la blusa, las sábanas, las cobijas completan esa mirada. A estas coberturas, se le suman, las vendas, las gazas, las curas, los algodones. Estos últimos elementos, nos acercan cada vez más a esa superficie corporal: la piel.
Sin embargo – y aquí radica la importancia del trabajo de Sanabria -, su obra no se instala en la superficie del cuerpo (superficial-piel) sino que va más allá: la piel corporal se extiende a la piel del mundo, pues como bien lo demostró Merleau-Ponty, “no hay límite entre el cuerpo y el mundo pues el mundo es carne”. Ese mundo para el artista, es el mundo hospitalario, el espacio de la salud y de la enfermedad: “Los hospitales, clínicas y centros de salud – según las palabras de Sanabria son el diagnóstico y tratamiento de los pacientes en sus diferentes estados de convalecencia o enfermedad. Estos espacios hospitalarios evidencian una serie de problemáticas de diferentes ordenes que afectan o involucran a trabajadores, pacientes y usuarios”. Con conocimiento de causa (pues paralelo a su formación de artista y profesor de artes él fue enfermero), Sanabria nos muestra esa piel del cuerpo hospitalario, donde los problemas de salud y enfermedad, dejan de pertenecer a la esfera privada para comenzar a hablar desde lo público.
Existe una salud publica? Parce s: en una de ellas, de un fondo conformado por fragmentos de blusas, sabanas y gasas, surge un texto: “Se vende Hospital”. Esta obra se convierte en un anuncio de venta del espacio de la salud (publica). Las preguntas que surgen por ejemplo, son las siguientes: por qué se vende? Quién esta dispuesto a comprarlo? Este anuncio, nos remite a la fatalidad de una realidad. No solamente es ese espacio el que esta puesto en venta, si no en realidad la salud misma. Sin embargo, Sanabria nos muestra con bastante ironía, que ese terrible anuncio “se vende hospital”, también esta expuesto a la curación: una serie de curitas, dispuestas a manera de una suturacion, nos muestran la fragilidad del anuncio. Cuando él curo en 1999 la exposición "Salud Plástica, arte para la salud", en el Hospital La Samaritana en Bogotá, ya existía esta reflexión sobre las complejas relaciones de lo publico y lo privado que terminan afectando lugares como el hospital.
De otra parte, la obra de Sanabria nos muestra una diversificación del mundo de la salud, del espacio hospitalario. Cada espacio tiene sus códigos de funcionamiento: estos códigos, se ven señalizados por signos, palabras, colores. Es así que el artista toma la decisión de apropiarse de un lenguaje esencialmente medico, para crear un nuevo texto. No hay que olvidar el origen etimológico de la palabra texto: del latín textus, significa tejido. “Las sabanas, cobijas, blusas, entre otras prendas hospitalarias – dice el artista -, se encuentran siempre marcadas o rotuladas con diferentes nombres que determinan el lugar o los diferentes servicios de procedencia. Estos elementos son sometidos a un constante uso en la atención que se presta a los enfermos y por ende se desgastan también con relativa frecuencia; las sabanas hacen parte de algunos elementos transitorios en la atención que viene y va de acuerdo al tiempo de estadía de los enfermos. Cada elemento de estos al estar marcado o rotulado determina un espacio concreto de procedencia dentro de una misma institución y por ende se diferencia de cualesquier otro espacio hospitalario”. Así, Sanabria crea un nuevo tejido textual con las telas que hacen parte del mundo hospitalario: la tela de la sabana, de la blusa, se mezclan con la letra, con la palabra, impresa, pegada, cocida, para generar un nuevo tejido gramatical y visual. En otra de sus obras se lee la palabra “Sanatorio”. La palabra hace parte de ese textura visual que nos lleva a pensar en ese lugar donde el cuerpo encontrara su posible salud. Así el texto señala lugares (por ejemplo, Sibaté donde se encuentra un sanatorio de salud mental) y situaciones que crean a la postre una nueva lectura.
En fin las obras de esta exposición que sale de los espacios convencionales (como si el ultimo refugio para esos fragmentos de piel de la hospitalidad fuese una biblioteca), son fragmentos de una nueva piel, que nos invita a recorrerla y leerla, con sensibilidad, pues como bien lo manifestó Serge Leclaire, “existe una letra del cuerpo”, y en este caso esa escritura corporal, nos habla de un espacio, con sus hábitos y habitudes, con sus texturas que no dejan de remitirnos a lo efímero de la carne y a la fragilidad de la hospitalidad que esta vez se desplegara en el templo de la lectura. Resta que el espectador-lector, como diría Roland Barthes, devele ese vinculo entre la escritura y el cuerpo, que ponen manifiesto la obra de Sanabria.
Ricardo Arcos Palma
París 3 de noviembre del 2004.

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